Hace tiempo que la Unión Europea nos impuso por ley el uso de bombillas de bajo consumo sin tener en cuenta que son realmente tóxicas y peligrosas por su alto contenido en mercurio.
Está claro que nos permiten ahorrar en el consumo electrico pero también entrañan riesgos para la salud cuando se rompen, y son poco o nada ecológicas.